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08 de abril de 2025

Cómo se elabora la sidra: del manzano a la botella

Cómo se elabora la sidra: del manzano a la botella

La sidra es una bebida milenaria profundamente arraigada en la cultura asturiana. Su sabor, fresco y afrutado, es el resultado de un proceso natural que combina tradición, conocimiento y respeto por el tiempo. Pero ¿cómo se elabora realmente la sidra? Acompáñanos paso a paso en su producción artesanal.

Selección y recolección de la manzana

Todo comienza en el manzano. La calidad de la sidra depende, en gran medida, de la variedad de manzanas utilizadas. En Asturias, se cultivan decenas de tipos: dulces, ácidas y amargas. Esta combinación se selecciona cuidadosamente para lograr un equilibrio perfecto de aromas y sabores.

La recolección se realiza entre septiembre y noviembre, cuando las manzanas están maduras. Se recogen a mano o mediante sistemas mecánicos, y se transportan rápidamente al llagar para evitar fermentaciones prematuras.

Lavado, triturado y prensado

Ya en el llagar, las manzanas se lavan cuidadosamente para eliminar impurezas. A continuación, se trituran y se convierten en una pulpa húmeda conocida como magaya.

Esta pulpa se somete al prensado, del que se extrae el mosto: el jugo de manzana sin fermentar que será la base de la sidra. Este líquido dorado es el alma del proceso y debe manipularse con sumo cuidado.

Fermentación natural

El mosto se traslada a grandes toneles de madera o acero inoxidable, donde comienza la fermentación alcohólica. De forma natural, las levaduras presentes en la piel de la manzana transforman los azúcares en alcohol y gas carbónico.

Este proceso dura entre 3 y 5 meses, y requiere temperaturas estables y vigilancia constante. Es durante este tiempo cuando el mosto se convierte lentamente en sidra.

Trasiegos y clarificación

Una vez finalizada la fermentación, se realiza el trasiego, que consiste en pasar la sidra de un tonel a otro para eliminar sedimentos y airearla. Este paso, que se repite varias veces, contribuye a clarificar la bebida y afinar su sabor.

Durante los trasiegos también se controla la evolución de la sidra, ajustando niveles de acidez y sabor, en función del tipo de sidra que se desea obtener.

Embotellado y disfrute

Finalmente, la sidra se filtra y embotella. Algunas sidras, como la natural, se consumen tal cual. Otras, como la espumosa, se someten a una segunda fermentación en botella o depósito, generando burbujas y complejidad en boca.

En cualquiera de sus variedades, cada sorbo de sidra es el reflejo de un proceso paciente y artesanal, que comienza en el árbol y termina en la copa. Un homenaje líquido a la tierra asturiana.

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